Raúl Alejandro Sepúlveda Martínez

domingo, 26 de agosto de 2007

Hereda Sepúlveda Martínez gustó por la abogacía
Por: Guillermo Jaramillo Torres, Lunes, 02 de Julio de 2007
Con dos padres abogados inmersos siempre en conversaciones concernientes a la materia, esto creo en el niño una atracción hacia las leyes.

La imagen de los padres es un elemento muy importante en la formación del carácter y en la dirección de un individuo. Es básico en los primeros años de nuestra vida el que los padres traten de encausar a los hijos por el camino que más les parezca correcto, aunque es en la adolescencia cuando el individuo empieza a conocer sus propias inquietudes, sus metas, sus límites y sus capacidades.
Raúl Alejandro Sepúlveda Martínez, joven abogado hijo de dos prestigiosos abogados, Ana Martínez Gámez, juez y ex catedrática de la UANL y Javier Sepúlveda Ponce, abogado litigante y también catedrático de la UANL, tuvo desde muy joven la mira puesta en el derecho, aunque su otra pasión, la música abarcó, y sigue abarcando gran parte de su vida.

La decisión
Pronto sintió Raúl Alejandro interés por los sonidos musicales y sus misterios, lo cual lo llevó a ingresar desde muy joven a estudiar música con sus diversos instrumentos: la guitarra, el piano, la batería. Pero en su escuela siempre actuaba abogando por los demás, y el tener a dos padres abogados inmersos siempre en conversaciones concernientes a la materia, pues creó en el niño una atracción hacia las leyes, la cual llevaría a tal grado de no dudar en inscribirse en la Facultad de Leyes y Criminología de la Universidad Autónoma de Nuevo León.
"De pequeño en la primaria tenía pasión por la música, tanto así que entré a estudiar guitarra, piano, bajo, batería y se me dio el lenguaje de la música pero al margen de esa pasión siempre me tocó dentro de los salones de la primaria y la secundaria ser el representante del grupo, además de ser el que siempre metía su cuchara para defender a los demás cuando yo veía que alguien hacía una travesura y regañaban a otro yo lo defendía, aun y cuando los maestros me decían que no era el abogado de ese niño o niña.
Entonces desde pequeño me decían que yo tenía finta de abogado además de mi gusto por la oratoria; luego llegaba a mi casa y escuchaba las pláticas de mis papás hablando cada quien desde su punto, mi mamá desde el punto del poder judicial y mi papá desde el punto del ejercicio de la profesión; a veces durante la cena los escuchaba acerca de un asunto en especial y volvía a meter mi cuchara", indicó.
A tal punto que al momento de estar cursando la preparatoria no tenía en mente ingresar a otro estudio profesional que no fuera el derecho al margen de la música.
Al cerciorarse que el mundo del espectáculo no era el camino que mejor futuro le deparaba, Sepúlveda Martínez decidió prontamente ingresar a la facultad de leyes dejando un poco al lado sus aspiraciones musicales.
"Algunos de mis compañeros iniciaron sus grupos musicales, y en lo personal también formé algunos grupos de esos que tocaban afuerita de la casa y vi que por el lado de la música, de los espectáculos no iba a sobresalir", señaló Sepúlveda Martínez quien no pasó desapercibidas las oportunidades de tocar con varias bandas en las fiestas de la escuela.
Conforme pasaba el tiempo, Sepúlveda Martínez comenzó a desechar profesiones hasta quedar completamente convencido de que el derecho era lo suyo.
"Cuando estaba en la preparatoria me di cuenta que no quería ser veterinario, que no tenía los nervios de acero para ser doctor y que sin embargo entender la justicia se me hacía mucho más fácil por mi naturaleza personal en siempre involucrarme en la justicia", señaló.
Además esto iba acompañado que ya comenzaba a interesarse por las noticias, las cuales siempre le eran interesantes cuando tenían que ver con las leyes.
Otro factor que Raúl Alejandro consideró muy importante fue que ambos padres son maestros de derecho y a veces les hacía una pregunta no relacionada académicamente con el derecho la cual era contestada como un maestro a su alumno, así que cuando le tocó el turno de inscribirse en alguna facultad no dudó en acudir a Derecho y Criminología de la Autónoma de Nuevo León en donde sus dos padres daban clases y su hermano mayor estudiaba.

Tiempos estudiantiles

Así mismo, Raúl Alejandro relató que nunca se topaba con sus padres en los pasillos de la escuela ya que asistían a turnos distintos.
"Mamá tiene apenas un par de años que dejó las clases por su tarea de juez y se le cargó un poco de trabajo; papá tiene como más de 12 años dando clases.
Yo siempre estuve en el turno de la mañana y entraba a las 7 de la mañana a la escuela y salía como a las 12 del mediodía. Mi mamá siempre dio clases en la tarde, de 4 a 6 y papá siempre dio clases en la noche; por ese lado nunca me tocó toparme en los pasillos con mis papás, salvo cuando fue la época de planillas y de mesa directiva que teníamos que entrar a todos y cada uno de los salones a exponer un plan de trabajo", indicó Sepúlveda Martínez.
Como anécdota comentó que en una ocasión andando con la planilla entró a un salón para exponer las promesas de campaña y se percató que el salón estaba adornado con globos y listones. Al ver detrás de la puerta a la maestra para pedir el permiso de pasar al salón se dio cuenta que era su mamá, a quien los alumnos del grupo estaban festejando por su cumpleaños.
Indicó que siempre ocultó en la escuela ser hijo de maestros, ya que intentaba evitar que los compañeros tuvieran ideas equivocadas acerca de sus calificaciones y el trato recibido por los maestros.
"Esa fue la única ocasión que me tocó toparme con mis papás en la escuela, aunque no está permitido que los padres maestros den clases a sus hijos nunca fue el caso. La relación de padre e hijo en la facultad hemos mantenido mucha distancia para no distorsionar la percepción de la gente porque indudablemente más de una persona que al ser maestros nuestros papás nos regalaban el título.
Alguna vez me tocó que al principio de semestre los maestros siempre se fijan en los apellidos y preguntaban que si alguien del salón practicaba en un despacho, si alguien tenía familiares abogados y había uno que otro maestro que decía que conocía a mi papá o mi mamás, pero de ahí en lo que fue la carrera procuré siempre mantener en secreto que yo era el hijo de maestros para que no me intentaran dar un trato especial y que mis compañeros no pensaran que podía avanzar en alguna materia", mencionó Raúl Alejandro.
Así mismo, señaló que con el paso del tiempo, la relación entre maestro y educando ha ido mejorando, tal vez porque los maestros de ahora no quieren repetir los errores de antaño.
"La relación de maestro - alumno evidentemente ha ido cambiando con el paso de las generaciones. En primer semestre me tocó un maestro de esos que se les llama de la vieja escuela que eran maestros muy rígidos, muy secos, enérgicos; guardaban un respeto muy marcado con los alumnos. Mis papás me cuentan que en aquella época imponían un respeto, simplemente al entrar al aula todo mundo guardaba respeto. Ahora, como el maestro se presta más con el alumno no se pierde el respeto, siempre lo va a haber".
Así mismo indicó que a mitad de carrera le tocaron maestros muy jóvenes, inclusive dos o tres años mayores que él que no querían repetir sus alumnos lo que sus maestros hicieron con ellos, la rigidez, la falta de atención porque el no tener una relación de confianza entre maestro y alumnos genera dudas, las cuales se tienen que despejar.
En cuanto a la práctica, Raúl Alejandro indicó que contó con la gran presencia de sus padres para poder ingresar al verdadero mundo del derecho, ya que ambos padres fueron los que abrieron por sí mismos al ser los primeros profesionistas familia.
“Siempre conté con los consejos de mis padres; es demasiado lo que me han dado, es fabuloso recibir un consejo de alguien que se dedica a la carrera que tú tienes aspiraciones, esto es invaluable, aun hoy no dudo en preguntarle a papá acerca de un asunto en particular”, indicó.
Un tiempo estuvo como meritorio en juzgados civiles cuando cursaba el tercero y cuarto semestre de la carrera profesional, pero ya en sexto semestre ingresó a practicar en el despacho de su padre, que en aquel tiempo estaba ubicado en la calle Isaac Garza.
“Es lamentable que en la facultad de un 100 % que se inscribe sólo termine el 60 ó 70 %, y de ese resultado sólo la mitad se dedica a algo relacionado con la profesión. Recuerdo a un compañero al que yo le recomendaba practicar como yo en un despacho y me decía que él sólo estaba en la escuela para llevarles un título a sus padres porque en verdad se iba a dedicar a vender automóviles; sobre todo las mujeres son muy dadas a terminar la carrera y sólo dedicarse al hogar, que no es reprobable pero pocos son los profesionistas que ejercen y mucho tiene que ver que les haya faltado la practica, porque a veces el libro miente un poco porque no te habla de las cosas materiales, de los verdaderos enfrentamientos, hasta que estás en la calle practicando los conoces”, indicó agregando que con la llegada de los juicios orales la práctica va a hacer diferencia entre el buen y mal abogado.
La técnica de aprendizaje en la práctica era andar todo el día de “arriba pa´ bajo” con su padre visitando los juzgados. Recuerda una anécdota en donde su padre le pidió registrar las cosas que se iban a embargar, entre ellas tornillos y clavos; una hora tardó en hacer la evaluación con la presión al máximo para cuando Don Javier le señaló que el asunto estaba arreglado.

El profesional

Al egresar de la facultad se incorporó como asociado al despacho de su padre. En 2004 ingresó a dar cátedra en la UANL; en ambos sitios sigue hasta la fecha.

Pasatiempos

Pues en una familia de siete abogados se puede uno imaginar el tipo de conversaciones entre tres litigantes, una juez, una actuario en una sala familiar y dos estudiantes de derecho: todo un debate armonioso. Su padre es litigante, su madre es juez, su hermano es litigante, su hermana es actuario en una sala familiar y sus dos hermanas pequeñas, que son gemelas están por terminar la carrera de derecho, una como meritorio y otra como escribiente.
“Desde pequeños siempre ha sido la música; me di cuenta que ahí encontré otro medio, otro lenguaje porque me podía expresar de diferentes maneras. Es un escape de energía que se puede encausar de alguna manera. Cada que tengo la oportunidad lo practico, inclusive aun tengo pensado grabar un disco”, finalizó.

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